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miércoles, 28 de junio de 2017

La Fiesta del Sol

LA FIESTA DEL SOL
En todas las culturas del mundo y desde tiempos inmemoriales, en todas las sociedades del mundo, se ha celebrado al sol y a sus demás astros.   El hombre los ha observado desde que tuvo conciencia de la influencia de ellos sobre su ser, sobre sus primeros cultivos y sobre la vida en nuestro planeta. Se dio cuenta que la fuente de iluminación principal era el sol; el que daba la luz más brillante, el que junto con la tierra y el agua que fluía por sus entrañas, daban vida y hacían prosperar a las plantas y luego a las semillas de aquellas que se convertirían en frutos comestibles. El hombre se fue convirtiendo en un astrónomo empírico, y adivinó los ciclos del sol, de la luna y de las estrellas y la influencia de la gravedad sobre la tierra.  Descubrió los solsticios y equinoccios; las diferentes posiciones del sol en el firmamento, y cómo esto coincidía con tiempos de cosecha, con épocas de lluvia o de sequía, con el clima… Y de aquí nacen sus primeros intentos filosóficos…el de rendir culto a las fuerzas desconocidas, con la esperanza y creencia de que si organizaban rituales, aplacarían la furia de la naturaleza y tendrían a los astros a su favor.
Las fiestas de los solsticios y equinoccios se vienen celebrando desde que la tradición oral y la escrita, nos la recuerdan. En ellas se celebra el Nacimiento y la Muerte del Sol. Estas fiestas se refieren a los diversos cambios climáticos por los que pasa la tierra a medida que girando sobre su eje, gira también inclinada, alrededor del sol, produciéndose las diferentes estaciones. Cuando el punto norte del eje del planeta está apuntando más directamente al Sol, en el mismo hemisferio se observa el día más largo del año y la noche más corta; a esto se le llama el solsticio de verano. De la misma manera, cuando el punto sur del eje de la Tierra apunta más directamente al Sol, el hemisferio norte experimenta la noche más larga y el día más corto del año, lo cual se conoce como el solsticio de invierno. Las fiestas de la siembra y la cosecha se producen en los solsticios.




En el Perú y en gran parte de Sudamérica, hasta adonde se extendió el Imperio Incaico, hubo dos fiestas relacionadas con el ciclo astral: El Inti Raymi o la fiesta del nacimiento del Sol y de la siembra y el Cápac Raymi, en Diciembre, o fiesta de la cosecha. A medida que se impusieron las religiones en el mundo, y primó, la religión católica, estas celebraciones paganas se fueron suplantando con fiestas religiosas, como la Fiesta de San Juan el 24 de Junio  (el solsticio generalmente se produce el 21 de junio, pero se produce una variación por la celebración de la fiesta religiosa) y la Navidad, que se celebran en los diferentes solsticios, dependiendo de su posición en los hemisferios norte o sur. La fiesta de las hogueras se celebra en la medianoche del 23 al 24 de junio, ya que marca la fecha en que, según la Biblia, nació San Juan Bautista. Los textos sagrados dicen que Zacarías mandó encender una hoguera para anunciar a los cuatro vientos el nacimiento de su hijo Juan.  La tradición pagana marcaba que, para ayudar al sol a pasar el trance de su menor permanencia en los cielos, para darle más fuerza, había que encender hogueras para animarle, para prolongar la luz. Y ese día estaba medido desde tiempos inmemoriales, como demuestran monumentos megalíticos como Stonehenge (Reino Unido). Y no es ni el 23 ni el 24 de junio, sino que está más ligado al día 21.  En la fiesta de San Juan, así como en las celebraciones paganas, se usó también el elemento agua, para después de las danzas, darse un baño purificador con agua y plantas fragantes.  El baño bautismal de San Juan es un símbolo de limpieza y de purificación del alma.
En la sierra peruana se celebra durante esta época el Inti Raymi o fiesta de alabanza al sol, donde se prende la llama purificadora y se celebra la cosecha. En la Amazonía, de celebra la fiesta de San Juan, donde después de oír misa y bailar alrededor de un árbol lleno de regalos para el que los alcance, la Humisha, se comen los famosos “juanes”, que son una especie de tamales de arroz rellenos con gallina y envueltos en una hoja llamada bijao.  Algunos juanes los hacen redondos, en forma de cabeza, para recordar la decapitación  de San Juan Bautista en manos de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, por instigación de su vengativa esposa Herodías.
Actualmente, entre los esotéricos y creyentes de las fuerzas energéticas de la naturaleza, durante estos períodos, se celebran ceremonias purificadoras.  La noche del 23 al 24 de junio es considerada una noche de energía, en la que se dejan atrás todas las malas vibras, para empezar un nuevo presente. La luz se impone sobre las tinieblas; en las fiestas se prenden hogueras y la gente baila y salta sobre el fuego para quemar las malas energías y conseguir la armonía y paz.; para purificar los pecados del hombre.  Esta es la noche más corta del año y el día más largo. Muchas plantas en esta época cambian de crecimiento a floración. Es costumbre escribir una lista de cosas negativas que han pasado durante el año, y botarlas al fuego. Al mismo tiempo, se hace una lista de deseos positivos que se guardan hasta el próximo año.  Se tacha lo cumplido y lo demás se vuelve a incluir en la lista de deseos del siguiente año. 
Se acostumbra también darse baños en agua de manantiales o fuentes.  Se cree que, en esta noche, ésta cura males, y trae belleza y juventud y tiene virtudes fecundantes.  El agua es la vida y sangre de la tierra. 
Se utilizan en los baños, plantas como el orégano, el tomillo o la lavanda y se medita a la sombra de un árbol y sentados sobre la tierra.
Es un período mágico en la vida de los seres humanos de antes y después.




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