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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Cuando desconectarse se convierte en un lujo

Cuando desconectarse se convierte en un lujo
11/09/2012 - Evangelización e internet
Cuando desconectarse se convierte en un lujo
La mayoría de los empleados de Apple, Google y los de otras empresas de Silicon Valley han tomado la decisión de inscribir a sus hijos en colegios donde las tecnologías estén ausentes, según un reportaje publicado por Le Monde
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La búsqueda de colegios que limiten el uso de tecnologías se convertirá en una tendencia
Jorge Enrique Mújica, LC
Una de las patologías surgidas en época reciente y directamente relacionada con el uso de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) es la nomofobia. Consiste en un sufrimiento o miedo desmedido a estar ‘desconectado’, fuera de línea, sin acceso a internet. Pero la nomofobia, también conocida como ciberdependencia, es una de las varias patologías que han acompañado al desarrollo de la web.

El conocido diario francés Le Monde publicaba un reportaje (cf. ‘Ces branchés qui débranchent’, 28.04.2012) sobre la decisión de la mayoría de los empleados de Apple, Google y los de otras empresas de Silicon Valley, de inscribir a sus hijos en colegios donde las tecnologías estén ausentes, a colegios ‘desconectados’.

“La computadora no es más que una herramienta. El que sólo tiene un martillo piensa que todos los problemas son clavos. Para aprender a escribir es importante poder efectuar grandes gestos. Las matemáticas pasan por la visualización del espacio. La pantalla perturba el aprendizaje. Disminuye las experiencias físicas y emocionales”, dice Pierre Lambert, uno de los cerebros de Microsoft, a Le Monde.

El periódico menciona el caso del Waldorf School, un colegio privado cuyo alumnado está compuesto por tres cuartas partes de hijos de trabajadores de la industria de las tecnologías e internet. La enseñanza se apoya en instrumentos tradicionales: la pizarra, el gis o tiza, los lapiceros y los cuadernos de papel que precisan, necesariamente, para escribir a mano.

Dados los efectos patológicos (en el campo pedagógico, sobre todo, pereza y dispersión mental así como la incapacidad para el desarrollo de habilidades), la búsqueda de colegios que no dispongan o limiten el uso de tecnologías, se convertirá en una tendencia en clases acomodadas, pronostica Le Monde.

“Los ‘pobres’ de la tecnología son los que no pueden eludir la responsabilidad de responder de inmediato un correo electrónico o un mensaje de texto. Los nuevos ricos, por el contrario, son aquellos que tienen la posibilidad de filtrar e instaurar distancia respecto a esta interpelación”. Un cambio de ‘roles’ seguramente mesurable en la medida en que la educación se acompañe también desde casa.




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