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miércoles, 23 de junio de 2010

Giovanni: Historia de un Pandillero

GIOVANNI: HISTORIA DE UN PANDILLERO
La historia que sigue, es la vida de un muchacho perteneciente a una de las pandillas delictivas existentes en la ciudad de Lima; de aquellas que surgen en los barrios marginales y cuyas características son las mismas que se presentan en la mayor parte de los países latinoamericanos con alto índice de subdesarrollo y conflicto social. Es una historia escrita de puño y letra de Giovanni, un muchacho que se liga a la pandilla por las mismas razones por las que se unen la mayor parte de aquellos jóvenes: por dejar de lado la soledad y falta de ubicación en cuanto a su rol dentro de la sociedad , producto de hogares destruidos por la pobreza y violencia familiar; por el deseo de “protección” para él y su familia, en el diario transcurrir de su vida en los cinturones de miseria; y por la desorientación, propia de los adolescentes, que los hace tomar decisiones inmaduras y violentas para solucionar la problemática de su diario vivir. Es la historia de las pandillas juveniles formadas al margen de aquellas puramente criminales; de aquellas que surgen en ámbitos que son meramente producto de hogares destruidos, o en los cuales la violencia familiar es el pan de cada día, y los jóvenes inadaptados que viven dentro de estas esferas, toman una actitud de rechazo. Las “pandillas pobres” tienen características parecidas, pero su “miseria” es otra…quizás más desesperada… y la mayor parte de veces, de difícil solución. Le presento a Giovanni:

Mi nombre es Giovanni Pérez (nombre ficticio para proteger a la persona involucrada). Desde pequeño, a la edad de 8 años, observaba un enfrentamiento entre mi papá y mi mamá; me escondía y lloraba porque no podía defender a mi mamá.
Un pastor se le acercó a mi hermana; y junto con sus amigos, fuimos invitados a una Iglesia Evangelista. Mi familia y yo asistimos a la Iglesia por mucho tiempo, mostrando un cambio en nuestras vidas. Hasta que llegó un problema con mi papá porque había perdido su trabajo. Mi mama encontró un trabajo que nos cambió la vida a toda mi familia. Mi mamá venía sólo algunos días a casa. Con su ausencia nos sentíamos diferentes; tal vez no recibíamos mucho cariño y amor de parte de ella. Uno por uno nos alejamos de la Iglesia; sólo mi hermana Malena seguía asistiendo. Pero todo era diferente.
A los once años estaba en sexto grado de primaria. Saliendo del colegio observaba enfrentamientos entre pandillas que utilizaban armas de fuego, como pistolas.
A los 12 años estaba en primero de secundaria y estudiaba en un colegio que en esa zona eran de la barra de la “U” (un equipo de fútbol: Universitario de Deportes). Los estudiantes se juntaban a la salida de clases con los de la barra de la “U” para ir a otro colegio y buscar enfrentamientos. Llego un día en que me comencé a juntar con ellos y participaba en los enfrentamientos, donde fue la primera vez que agarré un machete. Siempre llegaba tarde a mi casa, alrededor de la cual también había enfrentamientos entre pandillas, pero no participaba en ellas.
Llegué al tercer año; y recién mis padres tristes por esto, me cambiaron de colegio. Teniendo, entonces, 15 años, me comencé a juntar con las malas juntas que había dentro y fuera del colegio, que pertenecían a la barra del “Cristal” (otro equipo de fútbol). Observé que a la hora del recreo, estudiantes de otras aulas se reunían en mi salón, que era el último del pabellón, y se drogaban. Un día de esos probé la mariguana, pero no me hizo ningún efecto. Paraba con ellos y participaba en los enfrentamientos entre colegios. En uno de esos mataron a mi amigo con un desarmador que tenía punta; que le fue incrustado en la espalda. Nadie lo abandonó en ese momento, pero ya había perdido mucha sangre y murió. Me enfrenté con muchos colegios; hasta con mi ex colegio. Siempre salía con heridas en el cuerpo, pero seguía participando a pesar de eso. En el barrio donde vivía comencé a participar en los enfrentamientos que eran mucho más violentos, porque utilizaban muchas armas; hasta incluso explosivos que te podían volar una parte de tu cuerpo. Estas peleas eran intensas, ya que duraban más de una hora. La policía, ya harta de esto, ya no tenía compasión y golpeaban a los que agarraban; incluso tiraban balazos al cuerpo. Mi hermana Malena era la que más se preocupaba por mí. Cada vez que había una pelea no le importaba si le sucedía algo, pero me sacaba como sea. Llorando me pedía que me deje de eso porque tenia miedo a que me mataran. Estuve a punto de perder la pierna, porque una bala se había incrustado en ella.
No pasó mucho tiempo, y por la parte de atrás de mi barrio se aparecieron otras pandillas que nos querían matar; éramos 18 contra 50. Salí herido con un machetazo que recibí en la mano, pero sólo afecto un dedo que me habían cortado… Me amanecí ese día con mis primos, que también se metían en problemas. Dormí en el piso, y ensangrentando me levanté y mi hermana mayor me llevó al hospital a que me cosan el dedo, ya que lo podía perder por la sangre que había perdido, y porque por un lado ya estaba muerto.
Al poco tiempo me recuperé y mi amiga me presentó a una linda chica llamada Boni. Sabiendo que ella también quería estar conmigo, le pedí para estar con ella. Pasamos muchas cosas juntos, pero no sabía que le hacía daño(a ella) al meterme en peleas. Ella se ponía muy preocupada por mí. Me dí cuenta de que me quería, cuando me sacó de un enfrentamiento en el que estaban utilizando armas de fuego. Cada vez que Boni lloraba me destrozaba por completo.
Hoy, ya tengo 16 años, y estoy afrontando un problema con mis padres, ya que ellos creen que estoy metido en drogas. En un examen salió que me drogaba; incluso que era un adicto…pero no es así. Confundido, y con pocas esperanzas de que mis padres me crean, no sé que hacer, y tengo miedo de que me internen en un centro para chicos con problemas de drogas y pandillaje, y salir peor. Sé que voy a salir de estos problemas porque no quiero acabar con una bala en la cabeza y que por mi culpa mi familia siga sufriendo.
Todo en mi barrio esta muy movido, ya que herimos de bala a dos de otra pandilla, y en cualquier momento se pueden vengar.
Ya no quiero meterme en más problemas, porque quiero ser alguien en la vida, para que mis padres se sientan orgullosos de mí. Sé que es difícil salir de algo en que por mucho tiempo estás metido…pero eso no es imposible. (Esto fue enteramente redactado por él)
Por su madre, sé que Giovanni ha amenazado con suicidarse, porque se siente un estorbo para su familia. Por otro lado, los de la pandilla lo tienen amenazado de muerte a él y a sus hermanas. El padre ha tomado otro rumbo y deja abandonados a los hijos y no ayuda con el sustento de su familia. La madre ha optado por mudarse con sus hijos a un barrio menos poblado y peligroso y ha hecho una serie de gestiones para obtener consejería para su hijo, utilizando los servicios que ofrece el sector público. Por otro lado, gracias a sus gestiones, el muchacho ha encontrado trabajo temporal en la “parada” (mercado central) y ella está tratando de internarlo, con el asentimiento del joven, en una institución que proporciona servicios de rehabilitación a pirañitas y a muchachos pandilleros que quieran internarse. En este caso, podría darse una solución, ya que uno de los padres es consciente de su rol como progenitor, pero corrientemente la gente de su barrio es derrotista y de escasa educación, y no buscan recursos para salir adelante.
El mundo de la violencia, producto de la zozobra social, de la pobreza, de la mala canalización de las frustraciones de un individuo, de la insuficiente atención de organizaciones de ayuda a estos sujetos desadaptados, va haciéndose más fuerte cada día, y amenaza con extenderse cada vez más por las ciudades. La droga, que al principio comenzó como diversión de muchachos inmaduros (y festín de los contrabandistas de aquella, que aprovechando su ignorancia, los sumergen en su submundo), se convierte en el refugio de aquellos; allí donde olvidan sus frustraciones; allí donde no recuerdan que son difíciles sus esperanzas de un mundo mejor.
Es indispensable que se creen centros en los que no se busque el castigo, sino la rehabilitación de estos individuos, para que se conviertan en futuros educadores de aquellos que todavía siguen por la ruta de la violencia; para que de primera mano les sepan explicar la diferencia entre la vida que viven y un mundo en el que se le abran las oportunidades de una vida mejor para ellos y sus familias a través del aprendizaje de oficios rentables. Hay que favorecer inversiones públicas y privadas y la formación de organizaciones sin lucro que busquen mejorar los recursos socio-económicos de las comunidades y la adquisición de servicios públicos que les permitan llevar una vida más digna. Hay que hacer un hincapié en la necesidad de destinar un mayor presupuesto a los programas de educación formal y a aquellos que se concentren en detectar y tratar de solucionar los problemas que llevan a la deserción escolar.
Los jóvenes se deben de tornar en agentes activos en los procesos de toma de decisión, de cambio positivo y de desarrollo de la sociedad.
La juventud es el futuro del mañana, y si crece torcida, nuestro futuro estará amenazado.

Lucia Newton de Valdivieso

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